Ningún cristiano tiene por qué atenerse a esperar para la Iglesia de un Concilio el cielo en la tierra. La Iglesia será también, después del Concilio, la Iglesia de los pecadores, de los peregrinos, de los que buscan penosamente, la que oscurece la luz de Dios una y otra vez con las sombras de sus hijos. Y todo esto no es razón alguna para omitir un Concilio, o para esperar de él poco o nada. También aquí se hará poderosa en nuestra flaqueza la fuerza de Dios, Y sin duda que se concluirán muchas cosas que luego Dios irá cambiando a su manera, en gracia y bendición para la humanidad y para la Iglesia. El hombre y la Iglesia deben hacer lo suyo. Sembrar y plantar con paciencia. Porque es maravilloso que también en la Iglesia y para la Iglesia sea de Dios toda prosperidad, y que la podamos esperar sin nuestro merecimiento.
Karl Rahner, Escritos de Teología V, 299
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