Había una vez una reunión de ufólogos en la Curota. Esperaban un avistamiento de ovnis. Así sucedió. Los marcianos venían en son de paz. De entre las curiosidades que todos les contaban, una que les sorprendió sobremanera fue la reunión de la Conferencia Episcopal. Ellos eran seres religiosos y quisieron ir a ver. Por supuesto, la teleportación hasta la sala de reuniones de la Conferencia se hizo despacito, porque habían entrado en vigor las nuevas medidas anti-crisis. El proceso teleportador gastaba mucha energía. Aunque fuera alienígena.
Solicitado un informe a los extraterrestres sobre su experiencia en la reunión de los Obispos, cosa curiosa, no empezaron hablando de cúpulas de poder, plana mayor de la Iglesia, sectores progresistas o conservadores, etc. Las crónicas marcianas hablaban de responder a la crisis con valores en la sociedad, los jóvenes en Madrid durante el verano, el problema de Dios dentro de la familia o del colegio… Pobres selenitas. Aún tan ilusos y sin corromper…
Sus avanzadas mentes no acababan de comprender qué tenían que ver los portaviones con la paz en Libia, el tráfico de seres humanos descubierto por la BBC en el Sinaí, la postura de ETA o la hernia discal de Pep Guardiola. Pero aunque de otros planetas, los marcianos tienen sentido común. Por eso les vinieron un poco de arcadas debido a las confesiones sobre el caso MariLuz, y esa terrícola tarea tan propia de los seres humanos: jugar con los sentimientos.
Los amigos siderales se marcharon pronto. No se decidían a residir en la tierra, a pesar de la abundancia de pisos e inmuebles libres. Tal vez por aquello de la morriña cósmica que repite sin cesar “mi casa”. Me hicieron reflexionar sobre el papel de los medios de comunicación: Para decir la verdad, papel reciclado, bien oxigena. Para describir a su manera: papel de fumar, “yo no soy sólo lo que cuentan de mí. Para poner verde, ganar pasta y marujear: papel higiénico. ¡buaj!
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