Ver sufrir a una mujer, es de lo más desagradable que puede presenciar el corazón humano. ¡Pobre del que nada siente ante una cosa tal! La preciosa imagen de la Virgen de los Dolores que hay en la parroquia desató el amor: cofrades, procesión, rezarle en casa, semana para honrarla, restaurarla… Nadie quería dejarla sola. En una especie de caricia, María quería venirse con nosotros.
Sí, era una de las caritas más bonitas de la Iglesia. Y es que hombres y mujeres nos fijamos antes en la belleza que en la fealdad, qué quieren. Alguien sugirió que tuviésemos mucho cuidado, porque poco a poco se iba pareciendo más a Kirk Douglas, porque estaba a punto de desconcharse en el mentón. Y en efecto, ahora lleva una marquita blanca, como la cicatriz natural del actor. Pero los devotos de Nuestra Señora ya se han organizado en una “corporación dermoestética” muy particular, para irle confeccionando el manto, la ropa, etc. Podría parecer que jugamos a las muñecas. Pero quienes queremos a la Virgen, nos importa un “bledo” que critiquen nuestro modo de cuidar a la Mamá. Algunas tribus antiguas se regían por un personaje llamado “Vieja Madre”. Una especie de matriarca y “menciñeira” del clan. Nosotros sabemos que María, más bien es “Nueva Madre”, que nos enseña cómo acompañar a su hijo en el dolor y nos engendra para ver con ojos nuevos todas nuestras penas y convertirlas en regalos para su Hijo.
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