Bajo un busto, en la plaza de una pequeño pueblo, puedo leer : “A Don Fulano de Tal, sacerdote, con motivo de sus 40 años en esta feligresía…” En nuestro país, el sacerdote es el de los sacramentos, el de la Palabra de Dios y el catecismo. Pero también el que hace kilómetros, pide para cáritas, habla varias lenguas (además de las suyas propias: mexicano, colombiano, senegalés y rumano, por ejemplo) e, incluso, se involucra en mundos curiosos, como los de la ciencia, la cultura, el derecho o la música.
En mi tierra, incluso, hay uno que grita junto a sus feligreses en una romería popular de A Costa da Morte llamada “o berro seco”. Algunos cocinan de vicio y, la mayoría, sabrán escoger un lugar económico y apañao donde celebrar la tipical spanish comida. Hace pocos años, tras una divertida lluvia de ideas en el Seminario Menor de Compostela, presencié una ocurrencia creativa: el Director Técnico del Centro se sacaba de la manga el Concurso de Santo Tomás, para fomentar el aprendizaje de los alumnos. Aquel Director era D. Leonardo Lemos, futuro Obispo de Ourense.
Quienes somos sacerdotes (dice la Revista Forbes de los EE.UU), ejercemos la vocación que hace más feliz. Cierto: nos tocó la lotería. Tenemos el mejor trabajo (acompañamos, como Cristo, los momentos clave de las personas: nacimiento, 1ª Comunión, Boda, enfermedad, etc.); el mejor Jefe (Jesús, que además acaba siendo Amigo íntimo); el mejor mensaje (“somos amados, no casualidades”); el mejor futuro (el cielo) y el mejor equipo (la Iglesia, que trabaja muy duro por un mundo mejor).
Hemos regalado a los demás, como donantes convencidos, lo mejor de nuestro tiempo, afectos y pensamientos. Tanto, que resultaría muy difícil atarnos a una persona o a un lugar concreto. Nos llaman los anti-crisis, porque vivimos al día y vacilamos al mundo de forma saludable, para que no se lo crea demasiado. Alguien dijo una vez que los buceadores de rescate disfrutan de un sueldo bajo, con posibilidades de morir de frío y solos en algún punto del basto mar. Los sacerdotes, casi, casi. Pero, en ambos casos, existe la oportunidad de salvar vidas de la nada. Y no hay mejor vocación en el mundo que esa.
Muy bonito Anxo , pero hacen falta manos para hacer un buen equipo , y a veces cuando encontramos unas buenas manos que nos ayudan ,sin querer las dejamos marchar , y luego cuesta mucho volver a remotar un buen equipo pués no se forma ni en día ni en meses , si no con el paso del tiempo , y con las buenas obras se van abriendo caminos ,luego duele mucho ,cuando ves que lo tienes formado ,y estas con muchas ganas de trabajar y hacer cosas nuevas y buenas , llegan otros y desacen todo lo que los demás han hecho ,pero la vida es así ,los que hacen , ú hacemos nos toman por malos , otros deshacen y siempre es el mejor equipo,pero a la hora de la verdad , los malos siempre estamos cuando nos necesitan , gracias por tus comentarios siempre son de mucho agrado