Érase una vez un chaval joven llamado Juan. Desde Chiquitín había escuchado lo importante que era la democracia. Pero ahora estaba indeciso. ¿Debería abstenerse de votar, como quien no come carne un viernes de cuaresma? O mejor, ¿debía entrar el domingo en su cabina electoral correspondiente, atiborrada de papeletas y salir como un nuevo supermán tras la cortina y encestar en la urna?
Juan, la verdad, de la clase política se iba ALEJANDO, ALEJANDO, ALE-ALE-JANDO, ALE-ALE-JANDRO…; y mientras, Isabel II, a Irlanda se iba acercando, FERNANDO; y así las diferencias se van limando, ROBERTO… ¿Cuál sería la solución? ¿Una monarquía fuerte cercana al pueblo o la rebeldía de Lady Gaga? ¡Qué difícil decisión para Juan! Él era un tipo moderno, más cercano a la Puerta del Sol que al Palacio de Versalles. Sólo conservaría del Absolutismo un gran Arco del Triunfo por donde pasarse las mil y una chorradas de algunos “enteraos”.
¿Dónde están esos líderes llenos de valores capaces de guiarnos? ¿Qué referentes morales nos quedan en la sociedad? Juan, amante de la historia, se desesperaba: admiraba al general de Oriente Gengis Khan, pero le defraudaba porque de grandioso se convirtió en “el temible”. Luego se enteró de que en el mercadillo habían sacado una imitación “made in Taiwan”: el Strauss Khan, pero ni los Reyes Magos ni Papá Noel se atreverán a regalarlo en las próximas Navidades. Entonces, ¿qué?
Varios políticos se acercaron una tarde a Juan mientras volvía, melancólico, de la universidad: “Recuerda, amigo, el motor más importante para el cambio es el voto”. Pero a Juan no le impresionaba fácilmente tanta rotundidad. Él conocía otro motor de cambio: el amor a Dios y al prójimo; patentado y con más de 2000 años de funcionamiento. En una cosa Juan estaba de acuerdo con Merkel: en lo de “hay que trabajar más”. Pero, ¿en qué? ¿dónde? ¿cómo? ¿cuándo? ¿de qué? ¿para qué? ¿por dónde?… ¡Qué difícil!
Sosteniendo el recipiente de la mermelada, Juan sólo tuvo clara una cosa: ¡qué bote! Con él en la mano, se unió a los manifestantes del 15M gritando: ¡Que bote, que bote, que bote nuestra diócesis!… ¡Monigote el que no bote! Y así, botando, a Juan le pareció bien recomendar a todos que votásemos el domingo.
muy bonito el comentario , pero , ¿ a quien le dedica eso ? creo que ya lo se , sin comentarios , pero a veces todos nos hemos equivocado sin darnos cuenta
Alicia: desde hace algún tiempo colgamos en la sección “Carta del párroco” los comentarios que él hace en la radio, en la presentación del programa “El Espejo de la Iglesia diocesana”, y que tiene como finalidad mencionar diversos sucesos que acontecen actualmente. Un comentario a la actualidad, que se dice en términos periodísticos.
Si lo entiendo bien, el hilo conductor de este comentario es la protesta indignada organizada desde el 15-M en la Puerta del Sol de Madrid y en otros sitios de España, ante la que un joven personaje genérico (no una persona concreta), llamado Juan, al estilo de Juan Pueblo, reacciona con dudas, en medio de una gran confusión creada por la situación política, social y económica en la que vive el país. Nada más.
Espero que esto responda a tu pregunta, aunque siempre puedes preguntarle directamente a don Manuel, que te dará una explicación menos larga y más clara 🙂
Eu prefiro votar para que, por exemplo, na miña cidade non se elimine a cabalgata de Reis: a concelleira de Mocidade da pasada lexislatura, cabreada coas fotos das familias que recollían os caramelos das cabalgatas da miña cidade, queríao facer (non seguirá o seu partido no Goberno na próxima). Votar é útil.
Grazas pola túa opinión e pola túa visita, Carlos.
¡Que rapidez e amabilidade, grazas!