Siempre hay una luz al fondo
del pasillo oscuro.
¡Quién tuviera ojos limpios,
Padre, para verla
y para seguirla!
¡Luz débil la tuya!
Vacila.
Se enciende y se apaga.
Continuo parpadear.
Con ojos turbios
no se ve.
¡Ojos limpios, Padre!
Un mirar claro.
¡Y abierto!
Mirar a tu luz
de frente.
¡Ojalá pueda decir un día
con verdad:
No he ido nunca contra la luz!
Nunca contra ella.
Nunca darle la espalda
para mirar al lado contrario.
De frente.
Siempre de frente.
En dirección a tu luz.
No me asusta la penumbra.
No me detiene la oscuridad
de la fe.
Tu luz siempre alumbra
al que mira limpio,
de frente.
La ruta de tu luz, mi ruta.
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