Sumérgeme, Señor, en el río de tu Espíritu,
pues necesito refrescar este seco corazón mío, sediento de Ti.
Mi río corre casi vacío,
y su cauce está manchado con los desechos de mi vida.
¡He querido tantas veces beber de él…!
Pero siempre he quedado contaminado,
sin haber saciado tampoco mi sed.
Llévame a tu agua,
para que de mi seno broten ríos de agua viva,
ese agua cuya fuente sólo Tú tienes.
Llévame y sumérgeme.
Mi corazón tiene arritmia y no palpita bien,
por tantos sentimientos secos
que eran cualquier cosa menos amor.
Y no acierta a marcarme bien tu hora.
Mi corazón está cansado, Señor.
Llévame a tus jóvenes aguas refrescantes.
Quisiera beber de tu agua,
beber de Ti
y no volver a tener sed
de las aguas contaminantes que me rodean.
Que brote, Señor, en mi corazón,
tu fuente de agua viva,
que mana dando vida eterna.
Deja una respuesta