1-1-2011: festividad de Santa María Madre de Dios. Lc 2, 16-21 “María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”.
Comenzamos un AÑO NUEVO, con esta festividad de Santa María, Madre de Dios. Ella nos acompañará todos los días, llevándonos de la mano al encuentro de Jesús, “el que Salva”. María estará siempre en el segundo plano, para que toda nuestra atención esté centrada en su Hijo, que nos trae la salvación y la PAZ, y nos revela a un Dios “nuevo”: el Dios-Amor, el Dios-Padre, el Dios-Cercano. Feliz Año Nuevo.
2-1-2011: Segundo domingo de Navidad. Jn 1, 1-18. “Vino a su casa y los suyos no la recibieron”
En la Navidad celebramos la fiesta de la cercanía de Dios, que está entre nosotros y se hace niño. Hoy, san Juan, en su profunda teología, nos expone el misterio de este Niño y cuál fue y es la reacción de la humanidad ante este misterio. Él es el Creador de todo, él es la Luz que brilla en las tinieblas. Él es la Vida. Pero, desgraciadamente muchos ni se dieron ni se dan por enterados: “Y los suyos no le recibieron”. Sin embargo, otros sí abrieron sus ojos para ver esa luz, y “ a cuantos le recibieron les da poder para ser hijos de Dios”.
6-1-2011: Epifanía del Señor: Mt 2, 1-12 “Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría”
En esta fiesta de los Reyes Magos, tenemos el ejemplo evidente de lo que decíamos el domingo pasado. Unos, los Reyes Magos, que buscan la luz y “se llenan de inmensa alegría al ver la estrella”. Otros, “Herodes, los sumos pontífices y los letrados del país”, que cierran los ojos para no ver el día y carcomidos de envidia y de rabia quieren apagar la luz del sol, quieren matar al Niño de Belén que trae la salvación para todos. Los primeros en aceptarle fueron los pobres de Israel (los pastores) y unos personajes extranjeros, gentiles, que buscan sinceramente la luz y la encuentran: “y cayendo de rodillas, lo adoraron”.
9-1-2011 El Bautismo del Señor Mt 3, 13-17 “Este es mi Hijo amado, el predilecto”
Con la festividad del Bautismo de Jesús, termina el tiempo de Navidad y comienza el tiempo ordinario, hasta la Cuaresma. Del Niño entrañable de Belén, del recién nacido, pasamos al Maestro y Profeta de Nazaret, que a los 30 años comienza su vida pública e inaugura un nuevo estilo vida anunciando el Reino de Dios con su palabra y con sus obras. Viene a salvar a los pecadores y se coloca entre ellos, en la fila de los que van a recibir el bautismo de conversión; para después ofrecernos a todos el bautismo en el espíritu, que nos hace hijos predilectos.
16-1-2011 Segundo Domingo tiempo Ordinario. Jn 1, 29-34 “Y yo lo he visto y he dado testimonio de que es el Hijo de Dios”
En este domingo, todavía resuena el eco del espíritu navideño. Juan el Bautista nos presenta a Jesús como: “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Esta frase que repetimos varias veces en la Misa, ¿qué significa?. Los contemporáneos de Jesús entendían perfectamente el simbolismo de este manso animal y su significado de liberación y de víctima para el sacrificio. Con esta afirmación, el Bautista da testimonio de Jesús como el único salvador de la humanidad.
23.1.2011 Tercer Domingo del tiempo ordinario Mt 4, 12-23 “Convertíos porque está cerca el Reino de Dios”
Empezamos hoy la lectura del Evangelio de Mateo, quien nos acompañará durante todo el año. Sitúa el comienzo del ministerio de Jesús en Galilea, en la ciudad de Cafarnaún. Lo primero que predica y pide a sus oyentes, es la conversión: “porque está cerca el Reino de Dios”. La conversión es tarea fundamental para todos los hombres, para todos los días, y en todos los tiempos. San Pablo pedía a los cristianos de Corinto, y nos pide a nosotros hoy: “poneos de acuerdo entre vosotros y no andéis divididos”. Celebramos esta semana una jornada de oración por la unidad de todas las confesiones cristianas; son un escándalo las divisiones entre nosotros
30.1.2011 Domingo IV del Tiempo Ordinario Mt 5, 1-12 “Y Él se puso a hablar enseñándoles”
Las tres lecturas de hoy nos enseñan que los preferidos de Dios son: los humildes, los pobres, los sencillos, “lo necio del mundo”, “lo que no cuenta”, “un pueblo pobre y humilde”. Jesús en el sermón de la montaña, en las Bienaventuranzas, nos indica un camino sorprendente de conversión para entrar en el Reino de Dios, y ser dichosos y felices. Promete “una recompensa grande en el cielo”: a los pobres en el espíritu, a los que lloran, a los sufridos, a los que tienen hambre, a los misericordiosos, a los limpios de corazón, a los pacíficos, “a los perseguidos por causa de la justicia”. El mundo tiene otras bienaventuranzas, pero no son las BIENAVENTURANZAS.
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