1-11-10 Festividad de todos los Santos Mt5, 1-12 “Estad alegres y contentos porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.
Celebramos en este día, “en una misma fiesta los méritos de todos los santos”, aquellos hermanos nuestros que pasaron por el mundo haciendo el bien, viviendo según el espíritu de las bienaventuranzas, y han alcanzado ya “la recompensa grande en el cielo”; “esa muchedumbre inmensa de toda nación, razas, pueblos y lenguas. En ellos encontramos ejemplo y ayuda para nuestra debilidad”, como nos dice el prefacio. “Ellos nos estimulan con su ejemplo en el camino de la vida y nos ayudan con su intercesión”.
Honramos, veneramos y nos encomendamos a todos los santos que están canonizados, pero de un modo especial, recordamos hoy con cariño a todos aquellos familiares nuestros, amigos y vecinos de nuestras parroquias, que están enterrados en nuestros cementerios, a los “santos de andar por casa”, que sin hacer cosas extraordinarias, haciendo muy bien sus quehaceres de cada día, se santificaron y están en el cielo.
7-11-10 Domingo XXXII del Tiempo Ordinario. Lc 20, 27-38 “No es Dios de muertos sino de vivos”.
Al acercarnos al final del año litúrgico, la Iglesia nos invita a reflexionar seriamente sobre el final de nuestra vida. Las lecturas de hoy abren las puertas a la esperanza y proyectan luz sobre el enigma de la vida y de la muerte del hombre. Estamos llamados a una vida nueva, más allá de la muerte. Estamos llamados a la resurrección, porque nuestro Dios no es un Dios de muertos sino de vivos.
En la primera lectura, del Antiguo Testamento, vemos cómo siete hermanos están dispuestos a morir antes de quebrantar la Ley, porque están seguros de que: “cuando hayamos muerto por su Ley, el Rey del Universo nos resucitará para una vida eterna”. En el evangelio, Jesús apela al testimonio del mismo Moisés para fundamentar su enseñanza acerca de la resurrección que los saduceos negaban: “Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica… cuando llama al Señor Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob” (que habían muerto). “No es Dios de muertos sino de vivos; porque para Él todos están vivos”.
14-11-10 Domingo XXXIII del t.o. Lc 5,19 “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”
El evangelio de este domingo, el penúltimo del año litúrgico, es un texto difícil, porque en él se entremezclan tres temas distintos: 1) la destrucción de Jerusalén y su espléndido templo. 2) Los tristes acontecimientos del final del mundo. 3)Las continuas y crueles persecuciones que nos esperan a los discípulos de Jesús, mientras vivimos en este mundo.
Todo esto expresado en un género literario propio, difícil de comprensión hoy. La destrucción de Jerusalén ya tuvo lugar hace mucho tiempo; el final del mundo está muy lejos; lo que más nos importa a cada uno es ir preparando nuestro futuro, nuestro final en el tiempo presente, siguiendo las enseñanzas de Jesús: “cuidado de que nadie os engañe; no tengáis pánico; así tendréis ocasión de dar testimonio”. No dudemos de nuestro triunfo. No olvidemos que estamos llamados a la resurrección, pero recordemos también que se requiere nuestro esfuerzo y perseverancia: “con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.
21-11-10 Jesucristo Rey del Universo. Lc 33, 35-43 “Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino”
Con esta festividad de Cristo Rey del Universo terminamos el año litúrgico. El próximo domingo, primer domingo de Adviento, comenzamos ya un nuevo año. Sí, hoy celebramos la fiesta de Jesucristo Rey y sus discípulos estamos llamados a su Reino y a construir ese Reino. Es ésta una ocasión bien oportuna para clarificar y purificar el sentido de estas dos palabras que, en boca de Jesús, tienen un significado y un sentido, que nosotros muchas veces distorsionamos con interpretaciones mundanas equivocadas. Nadie puede interpretar mejor que el propio Jesús su sentido exacto: “los reyes de las naciones, las tiranizan y sus príncipes reciben el nombre de bienhechores. Entre vosotros no ha de ser así, sino que el mayor será como el más joven y el que manda como el que sirve. Pues bien, yo estoy entre vosotros como el que sirve. Sí, soy Rey, pero mi Reino no es de este mundo”. Si Jesucristo nos dice que el Reino de Dios es de los pobres y de los perseguidos por causa de la justicia. Si Él reina desde la Cruz, con el INRI sobre su cabeza, ¿por qué buscamos nosotros su Reino por caminos distintos: el poder, los ascensos, el dinero, los grandes y costosos escenarios, las riquezas, etc.? ¡Jesús, desde tu Reino acuérdate de nosotros!
28-11-10 Domingo I de Adviento Mt.24, 37-44 “Por tanto, estad en vela… Estad también vosotros preparados”
Cerramos el año litúrgico el domingo pasado, viendo a Cristo Rey del Universo reinando desde la Cruz. Nos invita a construir su reino a través del amor y el servicio. Hoy comenzamos un nuevo año con el tiempo de Adviento, que precede a la Navidad, preparando nuestro espíritu para celebrar con alegría desbordante el nacimiento en un establo del Príncipe de la Paz. Si cuando se anuncia la visita de un personaje importante a un pueblo, como hemos vivido nosotros estos días con Benedicto XVI, “se remueve Roma con Santiago”, cuidando los últimos detalles para que todo resulte perfecto y deseamos ardientemente y esperamos con alegría el dichoso día del encuentro, con cuánta más razón, debemos preparar todo y prepararnos nosotros si el que viene a nuestra tierra y nuestra casa es el Dios del cielo hecho niño.
El adviento, aún en medio de la crisis económica y de valores religiosos, nos invita a una esperanza firme y activa, con la confianza de que, al final, el bien vencerá sobre el mal, el amor sobre el odio, la luz sobre las tinieblas, porque Cristo ha venido al mundo, vendrá al final de los tiempos y sigue viniendo en el presente si nosotros estamos en vela, preparados y despiertos, dándonos cuenta del momento en que vivimos. “Los hombres no podemos vivir a oscuras sin ver la luz del sol… es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa”, nos dijo el Papa en Santiago.
Deja una respuesta