DÍA primero. Aún no sé cómo ha sido. Me dio una “arroutada” y… decidí hacer el Camino de Santiago. Esta vez no se lo dije a nadie. Quería estar solo. Salgo el domingo por la tarde. Sé que esta noche no dormiré. Me encanta esta magia. Debo parecerles un loco a todos.
DÍA 2º. Los consejitos ya “rayan” : ¿Y qué si me duelen los pies? ¿Y qué si me pierdo? A eso voy, a buscarme. ¿Y qué si no me entienden? ¿Y qué si cierran el albergue? Más aventura. Quiero encontrar mi camino. Quiero ser feliz. Aunque para eso deba salir fuera de casa y dejarme la piel. Algo me dice que no estaré solo.
Día 3º. Salgo esta noche. Es una locura, lo sé. Necesito pirarme. No es por un reto personal. Yo paso de eso; no colecciono marcas personales; la convivencia… sí, encontraré gente muy distinta, con nombres impronunciables, de lugares remotos… Busco más bien tiempo para pensar. Es como si nos lo hubiesen robado. Quiero saber qué hago aquí.
Día 4º. Estoy emocionado. He visto amanecer con la mochila a cuestas. Nunca pensé que un trago de agua fuese tan importante. Si sigo así me emborracharé en cualquier manantial. Hacía frío. Hoy seré prudente. No haré miles de kilómetros. He saludado sin parar. Y lo más importante: ¡me duelen los músculos de la cara de tanto sonreír! He recuperado eso.
Día 5º. Ni me planteé lo del albergue. Soy un bohemio. Agarré una parcela, en plan pionero del oeste y plantifiqué todo mi equipo. Menudas pintas que llevo. Soy libre. Aquí no está mi jefe, ni mis padres, ni… bueno, la vista se me escapó a las estrellas. Y recordé que Alguien sí cuidaba de mí. Le guiñé un ojo y me acosté. Hacía frío, pero desde hoy, ¡soy el hombre del saco!
Día 6º. Creo que se acaba el romanticismo. Soy mortal: ME-CAN-SO. Yo que soy tan de pisito y de tele y de duchita y potingues de aseo… Y los locos existen. Y las chaladas. Hay cada personaje debajo de una mochila… supongo que otros dirán lo mismo de mí. También me impresionó una señora mayor, llena de hospitalidad, amable. No me importaría envejecer así.
Día 7º. Este debería ser el de “descansó” de todo lo que había hecho. LO que más me agota, es lo que aún está por delante. No tengo prisa. Mogollón de tiempo para pensar. Rebobino el dvd de mi vida una y otra vez. Miro al futuro. Y no sé por qué narices pienso en Dios. Sería imposible un vacío total. La pura soledad. Él está aquí, fijo. Aún no sé cómo explicarlo.
DÍA 8º. Ya me acostumbro a los albergues. Una ducha y fuera “roña”. Mañana le daré vueltas a la roña interior. Alguien escuchará mi confesión.
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