Es el Espíritu Santo. Es Pentecostés. Hace muchos años, unas lenguas de fuego se posaron sobre algunas cabezas y la Iglesia zarpó de Jerusalén rumbo a los cuatro puntos cardinales del universo. El Fuego aquel y el Viento impetuoso, debieron hacer un buen trabajo, porque la barca de los cristianos aún sigue en pie. A pesar de los pesares…
Hoy es un día para hablar de murciélagos, por ejemplo. Resulta una desgracia que, en un día típico de Confirmaciones como este, recurramos al chiste decadente de: “confirma a los murciélagos; verás cómo después ya no vuelven por la iglesia”. Como los jóvenes…
Seguro que un joven admirará a Víctor Valdés por haber sido convocado para el mundial. O a Jake Gyllenhaal (aunque le cueste escribir su nombre) por estrenar esa “peli cañera” de El Príncipe de Persia. O a Alicia Keys, porque, ¡cómo cantas, hermosa! Pero, nuestra Iglesia ¿es admirable?
Yo creo que la Iglesia es un buen sitio para vivir. Nunca falta trabajo. Una familia siempre dispuesta a amar. Cuenta con un elixir, repartido en varios sacramentos, para traernos la eterna juventud a cualquier edad.
¿Cómo fue en los comienzos? ¿Cómo se llenó la Iglesia de jóvenes en cierta época? ¿Por qué en Polonia iba muchísima juventud a Misa los domingos? Sabemos preguntar, pero no recetar antibióticos contra esta fuga de Alcatraz de tantos chicos y chicas. ¿Nos verán como una cárcel?
Levantarse de cama o ir a la parroquia. Vivir al día o comprometerse para toda la vida. Convivir con la novia o casarse ante un altar. Creer en que “algo tiene que haber”, pero no en los curas. Estas son las bipolaridades entre las que un joven se debate. Non sei como non tolean…
A riesgo de ser pesados, seguiremos trabajando por presentarle a Jesucristo a la gente joven. No os podéis imaginar la fuerza que llena el corazón cuando, por ejemplo, pones un póster de Jesús en tu habitación y le hablas; y te mira… Y sales de casa dispuesto a comerte el mundo.
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