Del evangelio de Juan 10, 27-30
En aquel tiempo, dijo Jesús:
– Mis ovejas escuchan mi voz. Yo las conozco y ellas me siguen; yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; no me las arrebatará nadie de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es más que todas las cosas; y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos una sola cosa.