Hola,
Me llamo Rita Pazos Viña y he decidido que, con la ayuda de mi marido, voy a poner la historia de algunas personas en esta página. ¿Por qué? Siendo niña cuando recibía un juguete siempre quería ver qué tenía dentro: por eso los desmontaba. Por supuesto mi madre no estaba muy feliz viendo que mi nuevo coche (nunca me gustaba jugar con muñecas) estaba en trozos :-). Pero yo quería saber cómo son las cosas por dentro. Escondido. Y hasta ahora no he cambiado mucho; ahora sólo quiero ver qué hay en una persona.
Hay personas que nos dan fuerza, energía, alegría y nos hacen un poquito mejor simplemente estando cerca de nosotros. Nos gustaría mostrar sus historias, pensamientos y en primer lugar su fe.
Una vida se convierte en oración
El padre Mihály Kardos vive en un hogar católico para ancianos en Szeged (una ciudad en el sur de Hungría).
Un hombre camina lentamente por el pasillo del hogar de Szeged usando un andador. Si se encuentra con alguien, le hace señas con su mano derecha y dice “¡Viva!” con mucha alegría. Lo hace porque, según él, la clave de la felicidad está en que en la vida debemos alegrarnos por todos.
Yo rezo con frecuencia esta oración: “Padre, Señor mío, dedico el pasado a tu misericordia, el presente a tu amor y el futuro a tu providencia” – dice Mihály Kardos- Eso significa que trato de concentrarme en el presente y vivir en amor donde yo esté y como yo esté.
Mucha gente piensa que hay cosas grandes y pequeñas en nuestra vida. Pero no. Las cosas que suceden con amor siempre son grandes. Una de las piernas de Mihály Kardos fue amputada hace 6 años por una enfermedad grave. La pierna artificial que recibió después de la operación no puede usarla porque no se ajusta bien a su pierna y no puede comprar otra porque es muy cara para él. Por eso usa el andador, pero siempre llega donde quiere. Sólo tiene una cama en el hogar y encima de la cama una imagen de la Virgen María.
Pobreza y abstinencia
Cuando tenía que cambiar de destino por su ministerio sacerdotal, repartía todo lo que tenía. Vive literalmente la pobreza y abstinencia con alegría. Para él eso no es sacrificio ni simple gesto vacío. Simplemente de esta manera, haciendo eso, se encuentra bien. Las personas que le conocen bien dicen que él no sólo reza cuando teje y se apoya en su andador para descansar; él reza con todas sus acciones diarias y su comportamiento. De la preparación para la Navidad piensa lo mismo. En su opinión es sólo bonito y nos llena de felicidad si nos redime de las cargas de omisiones y faltas hechas durante el año, lo cual no depende de la apariencia exterior.
Mi Navidad más memorable fue en Pécs (una ciudad en el sur de Hungría) en 1965 en un cuartel. Yo era militar. Un compañero mío, János Bakocsányi, vino para visitarme en Nochebuena. “¿Sabes qué? Vamos a cantar algo navideño, canciones navideñas durante un rato”. En aquel tiempo esa era una sugerencia rara y bastante valiente [N. B.: durante esos años le gente no podía ir a la iglesia, rezar, hablar sobre Jesús porque el régimen comunista lo prohibía]. Media hora llena de paz, algunas canciones y palabras es un recuerdo que vive conmigo desde hace 40 años. Yo tuve una experiencia semejante en los años 90 en Tótkomlós, cuando después de la misa del gallo un grupo de jóvenes vino a visitarme a la parroquia y no querían salir. Fue una Navidad real para mí. Cuando podíamos alegrarnos de todo corazón por el amor que Dios nos tiene convertido en humano. Para mí la fiesta de más valor es la Navidad. Es un cumpleaños. Pero no todo era bueno. En la mayoría de los casos yo estaba solo. Realmente en mi vida siempre he echado en falta la familia. Tenía que hacer este sacrificio por una comunidad más grande, porque de esta manera yo podía y puedo ser el padre espiritual de toda la gente que me necesita. He hecho un sacrificio pero con devoción. Para mí el amor y el sacrificio están correlacionados. El problema de este mundo y de celebrar la Navidad es que la gente se ha olvidado de amar. No pueden hacer sacrificios por los demás, pero no podemos valorar realmente las cosas por las que no tenemos que esforzarnos o hacer sacrificios.
Los santos viven entre nosotros
Dios ama a la gente. Les ama y ha sufrido por ellos. Hizo un sacrificio por ellos. Les ama tanto que entregó a su único Hijo por ellos. En aquella primera noche santa nos lo dio, para que la gente pueda aprender que el amor verdadero tiene sus raíces en el amor de Dios. Jesús dice: “Amad a los demás como yo os amo”.
Él tenía un compañero en el hogar quien tras pasar algunas semanas con él decía que desde que conoce a Mihály Kardos con frecuencia se preguntaba a sí mismo: ¿Los santos viven entre nosotros y podemos reconocerlos? Podemos verlo viviendo una vida simple y la única diferencia con respecto a los demás es que enseñan cómo es Dios y nos resulta atrayente.
Me ha gustado mucho el articulo-historia. Enhorabuena. Espero poder leer mas. Un saludo.