Dicen que así es como suena “feliz año nuevo” cuando lo pronuncia una persona que ha dejado su dentadura postiza dentro del vaso que la conservará hasta el día siguiente. Sea ello como fuere, dense por felicitados. Si el último día del año se han parado a hacer balance, habrán descubierto que nos han quedado muchas cosas por hacer. Otras han salido un poco chapuceras. Y algunas de esas “reformas” que necesitaba nuestra vida han quedado sin realizarse por pereza o por miedo a subir al tejado: ver tantos huecos y a tanta altura, asusta y sale más fácil un “que me quede como estoy”. Pero recuerden que estamos en época de propósitos. Enero es para planear el resto del año. Quizá este 2008 tengan un poco más de tiempo para sus proyectos. Porque como todo está tan caro, va a ser necesario afinar y discurrir más.
Pero les quería contar algunas de las actividades que durante estas fechas han tenido lugar a nivel parroquial. No es que necesitemos que nos lean, pero… ¡qué caramba, nos hace ilusión contarlo! La gente mayor (treinta y tantas personas entre las dos parroquias) tuvo la oportunidad de ir a la excursión navideña. Don José Manuel, el párroco vecino de Senra y “etcéteras” parroquias tenía organizado un buen viaje para sus feligreses. Hacia el Belén de la Orden Tercera de Ferrol, visitando la Bazán y algún rinconcito más. Nos invitó a unirnos a ese recorrido con sus parroquianos. La gente volvió encantada y parecían más alegres y unidos. El propio D. José Manuel coordina una hoja parroquial de la zona. Barciela-Sigüeiro y Oroso, nos hemos unido a la iniciativa. Ya ven, no sólo por la barba, sino por sus buenas disposiciones hacia nosotros, este sacerdote ha sido nuestro Papá Noel particular. Agradecemos sus iniciativas y que nos invite a las múltiples actividades que se llevan a cabo en sus parroquias.
En el local de San Blas se abrió la veda. No me refiero a la caza, una costumbre típica de esta zona. Pero sí con un ruido parecido al que hacen los perros cada domingo por la mañana cuando ya presienten el paseo maravilloso tras las perdices, liebres y demás jabatos. Todo empezó con el fútbol. Debe ser un deporte que ya surgió con la formación de los primeros planetas. El hombre prehistórico, acostado mirando al cielo hacia la luna y las estrellas, debió buscar algo que hiciese de balón para jugar. Los “Fut-boys” de catequesis hicieron un pacto doble: jugaremos al fútbol y pondremos el Belén en el local de la Asociación. Y el reto fue aceptado. Resultó una promesa tan madura, que los de una zapatería, invitados al primer trofeo “Christmas” de la parroquia, no se lo debieron tomar muy en serio y no acudieron. Los hermanos Jacobo y Samuel demostraron el “toque” con el que nacieron; Javier y Perico trataban de motivarse, pero el cansancio pasaba factura. El sr. Veiga dejó algún destello, como el que refleja su pendiente. Iván y su hermano Jaime se vaciaban en la defensa y luchando por el “pichichi”. Javier el gigante aprendió muchos sinónimos para cuando tuviera que enfadarse ante alguna jugada complicada… en fin, un gran día.
Después surgió el grupo de “las Estrafalarias”. Ellas mismas se denominaron así. Son jóvenes todavía, pero demostraron gran capacidad organizativa e imaginación. Como yo no encontré a nadie que me echase una mano con los más pequeños, Dios debió de enviarme a este equipo “E”. En el cielo no debían estar cómodos si los de 1ª comunión no hacían algo por Navidad. Lógico, los más cercanos a la edad del “Jesusito”, tenían que divertir a los habitantes de lo alto y a los propios papás de estos “riquiños” y “riquiñas”. El caso es que planificaron una pequeña obra de teatro, con unos diálogos sencillos. Ordenaron todo el local para acoger a los padres y a sus hijos y acompañaron al párroco a la tienda de golosinas para asesorarle sobre los gustos infantiles de hoy en día. Si todo va según lo previsto, cuando lean estas líneas, también habrán participado en el programa religioso de año nuevo de la COPE. Son unas “gobernantas” pero eficaces, humildes y muy responsables. Les debemos mucho.
Lo de los pequeños fue un “show”. Hubo dos sesiones: la de 11 y la de 12. El argumento “teatral” era de lo más rocambolesco. Resulta que habían raptado al Niño Jesús y se puso en marcha una misión de rescate, para traerlo de vuelta a la cuna. Unos vinieron disfrazados de malos, con un pañuelo sobre la boca, incluso. Otras aparecieron auténticas, de abeja maya, con alitas y todo, para investigar el secuestro. Los más audaces trajeron una capa para hacer de supermán, un traje de James Bond o un cucurucho en la cabeza para hacer de gnomo. Alguno, como Alejandro, no tendría ningún problema en trabajar para la televisión. Es de los inquietos, pero tal vez por eso haciendo de niño de “verano azul” se sentía cómodo. Un profesional. Fue todo bastante improvisado, pero risas no faltaron.
Seguimos besando al Niño hasta el día del Bautismo del Señor. Estos besos son energéticos. Casi parecen de herboristería, como la Jalea Real con Ginseng, que recomiendan. Nos resistimos a parar de dar las gracias. Esta Criatura nos ha robado el corazón. A ver si dejamos que el poder de su amor actúe en nuestra vida. Como párroco me gustaría que la parroquia siguiese funcionando durante el 2008 con un montón de actividades. Pero también soy consciente de que éstas nos tienen que llevar a algún sitio. Hacer por hacer, a parte de que “revienta” las fuerzas de cualquiera, no llena todas las aspiraciones del alma humana. Algunos de los chicos y chicas de confirmación lo están descubriendo en las conversaciones con un sacerdote. Hay muchas preguntas que necesitan respuesta. Aspectos en las relaciones con otras personas que nos hacen sufrir y que es preciso sanar. Cualidades que hemos recibido al nacer y que, sin duda, llevan el sello de una misión particular que realizar. Disponemos de todo un año para profundizar. Termino con una frase de Juan Pablo II que nos puede servir: “No permitáis que el tiempo con el que el Señor os obsequia transcurra como si todo fuese una casualidad”. Feliz Año.
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